PISCICULTURA PROFESIONAL

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domingo, 27 de mayo de 2012

ORIGEN DEL PAICHE (Arapaima gigas) EN BOLIVIA




ORIGEN DEL PAICHE
(Arapaima gigas), EN BOLIVIA.

INTRODUCCIÓN

La introducción artificial de especies fuera de su área natural de distribución ha ocurrido a múltiples escalas geográficas y actualmente es un componente significativo del cambio ambiental global causado por el hombre (Vitousek et al., 1997). Al margen de los beneficios aparentes que se puede obtener de su práctica, la introducción de especies conlleva a la ruptura desapercibida de un aislamiento natural determinado entre poblaciones o comunidades que siguieron trayectorias evolutivas diferentes (Rahel, 2007). Se ha mostrado, en muchos casos, que la introducción de especies fuera de su área natural de distribución puede alterar la estructura de comunidades nativas con las que no co-evolucionaron, originando consecuencias negativas que son en muchos casos irreversibles (Mooney & Cleland, 2001; Suarez & Tsutsui, 2008).

A nivel mundial, de todos los ecosistemas existentes, los lagos y ríos han sido los ambientes que sufrieron las mayores modificaciones por especies invasoras (en particular, peces). Los esfuerzos persistentes por mantener o promover la pesca deportiva (Mooney & Cleland, 2001), pesca de consumo (Hickley, 1994), la piscicultura (Casal, 2006) y explotación de peces ornamentales (Rahel, 2007), fueron los motivos principales para la introducción de especies de peces no-nativos.

La creación de un nuevo recurso pesquero involucra la transferencia de peces (u otros recursos animales explotables) a un nuevo cuerpo de agua, o la introducción de una o varias especies en ambientes ‘estables’ ya existentes (Hickley & Chare, 2004). Los ecosistemas receptores, por su parte, generalmente se alteran en diferentes grados para armonizar la presencia de los nuevos componentes (Moyle & Light, 1996; Welcomme, 2001). Según Hickley et al. (2006), las especies de peces introducidas pueden alterar la estructura de la comunidad nativa de residentes si ejercen una presión depredadora o compiten por el alimento, los refugios o sitios de reproducción. Muchas veces, las especies introducidas traen consigo nuevas enfermedades y/o parásitos a los cuales la fauna nativa es vulnerable (por ejemplo ver Oldroyd, 1999). Si en el medio ambiente existen relativos próximos a las especies introducidas, la variabilidad genética y fecundidad (fitness) pueden disminuir por sucesos de hibridización (Walters & Blum, 2007). Ocasionalmente, el ambiente puede ser alterado o degradado con la llegada de especies que no evolucionaron en el mismo (Zambrano et al., 2001).

El suceso de una invasión puede ser entendido como la expansión demográfica de una especie introducida (o de una población) (Hufbauer & Torchin, 2007), y posee implicaciones biogeográficas más que taxonómicas (Colautti & MacIssac, 2004). Una especie es considerada como invasora si llega a tener impactos ecológicos o económicos significativos en su nuevo ambiente. Medir estos impactos, generalmente, no es una tarea fácil y categorizar a una especie invasora como tal puede ser ambiguo e inconsistente. En algunos casos las especies introducidas pueden tener efectos ecológicos y ambientales negativos significantes, pero económicos positivos (Hufbauer & Torchin, 2007).

En América del Sur, la introducción de peces ha ocurrido en varios países y a diferentes escalas. Existen trabajos que documentan la introducción de peces desde otros continentes (Welcomme, 1988; Casal, 2006), entre cuencas diferentes (por ejemplo Oliveira et al., 2006) y dentro de una misma cuenca (Agostinho & Júlio Jr., 2002). Al igual que para varias partes del mundo, las introducciones estuvieron relacionadas principalmente con la piscicultura, la pesca deportiva y el aprovechamiento de peces ornamentales. En muchos casos, la introducción de peces fue fomentada por gobiernos regionales e instituciones de desarrollo (Pérez et al., 2003; Ortega et al., 2007; Girão, 2007).

En Bolivia, la información sobre peces introducidos es prácticamente inexistente a pesar de la importancia que algunas de ellos representan en términos de generación de empleo, ingresos y fuente de proteínas, especialmente en comunidades rurales. Hay al menos ocho especies de peces introducidas aparentemente bien establecidas en los ambientes naturales: Ochorynchus mykiss (Walbaum, 1792), Odontesthes bonariensis (Valenciennes, 1835), Cyprinus carpio Linnaeus, 1758 y Gambusia affinis (Baird y Girard, 1853) para la porción Andina, y Arapaima gigas (Schinz, 1822), Semaprochilodus insignis (Jardine, 1841), Oreochromis niloticus (Linnaeus, 1758) y Poecilia cf. reticulata para las tierras bajas (Carvajal-Vallejos, datos no publicados). Estas especies aparentemente se adaptaron bien a las condiciones locales donde fueron introducidas, y se expandieron de forma espectacular, en muchos casos a costo de las poblaciones de especies nativas (véase por ejemplo Sarmiento & Barrera, 2004; Van Damme & Carvajal, 2005; Van Damme et al., 2009; Carvajal-Vallejos & Zeballos Fernández, 2011).
En las tierras bajas, A. gigas (a partir de aquí Arapaima) es uno de los casos más particulares y sorprendentes de introducción en el país. Considerando los impactos que ha producido a nivel socioeconómico, se lo podría categorizar como un verdadero invasor.


HISTORIA DE SU INTRODUCCIÓN Y DISTRIBUCIÓN ACTUAL EN BOLIVIA
Desde el siglo XVIII, Arapaima fue blanco de las pesquerías a lo largo del eje principal del Amazonas y sostuvo una fuerte actividad extractiva para cubrir la demanda de proteína en las ciudades ribereñas más grandes (Goulding, 1980). La buena consistencia de la carne y la ausencia de huesos intermusculares, permitió a la gente almacenar y transportar filetes salados y secos, similar al bacalao (pez marino del género Gadus) (Hrbek et al., 2005). Con la aparición de las redes agalleras de nylon en las prácticas de la pesca Amazónica, una caída dramática de las poblaciones naturales se hizo evidente a final de los años 80 y la especie fue indexada en el Apéndice II del Tratado Internacional de Conservación de Especies Comerciales Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (CITES).
Debido a que Arapaima representaba una fuente habitual de ingresos económicos y proteína para las comunidades ribereñas en la Amazonía Central (Queiroz, 1999; Murrieta 2001; Viana et al., 2004), se asumieron algunas alternativas para mitigar las repercusiones negativas de la pesca. Se comenzaron a desarrollar y promover actividades de cultivo artesanal de la especie con el objeto de reducir su extracción del medio natural sin afectar el sustento pesquero (Alcantara Bocanegra et al., 2006).
Por los años cuarenta, en la laguna Zapote de la zona Reservada del río Pacaya (actualmente Reserva Nacional Pacaya-Samiria, Perú), experimentos sencillos revelaron la facilidad que la especie tenía para reproducirse en cautiverio. A partir de aquellas experiencias, el cultivo y multiplicación de Arapaima en ambientes controlados comenzó a ser practicado en varias comunidades a lo largo del eje Ucayalí-Amazonas en Perú. Los cultivos artesanales de Arapaima fueron exitosos gracias a varios rasgos fisiológicos favorables que la especie presentaba: rusticidad a la manipulación (Imbiriba, 2000), buena tolerancia a concentraciones bajas de oxígeno (Queiroz, 1999), resistencia a concentraciones altas de amonio (Cavero et al., 2004), crecimiento rápido (tasa promedio de 10 kg año-1) (Queiroz, 1999; Rebaza et al., 1999), alto rendimiento (8 000 kg ha-1 año-1) comparado al de otros animales domésticos (por ejemplo, ganado 400 kg ha-1 año-1) (Rebaza et al., 1999), reproducción sin inducción hormonal (Imbiriba, 2000; Fernandes, 2005), y cuidado de las crías (Fontanele, 1959).
Entre 1965 y finales de la misma década, la Estación de Pesquería de Loreto de la Dirección General de Pesca y Caza, Ministerio de Agricultura del Perú, inició un repoblamiento e introducción de Arapaima en ambientes naturales y cuerpos de agua que ofrecían condiciones favorables para su establecimiento y expansión. Dentro de esta iniciativa, se realizó la transposición de especímenes de A. gigas (se estima que fueron algunas centenas), y posiblemente otras especies (Prochilodus nigricans, Astronotus ocellatus entre otros), desde la Reserva Pacaya Samiria a dos cuerpos de agua en el departamento de Madre de Dios, al lago Sauce en el departamento de San Martín y al reservorio de San Lorenzo en el departamento de Piura. En la cuenca del río Madre de Dios, los ejemplares de Arapaima fueron liberados en las lagunas Valencia y Sandoval, próximas a la comunidad de Puerto Maldonado. A partir de estos dos puntos, Arapaima comenzó un proceso de expansión exitoso hacia los cuerpos de agua en territorio Boliviano donde la disponibilidad de hábitats era mayor. Datos genéticos de Arapaima obtenidos en diferentes puntos de la Amazonía, incluyendo Bolivia, son coincidentes con la afirmación de que la población fundadora introducida en el río Madre de Dios tuvo un origen en las aguas peruanas del eje Ucayalí-Amazonas (Hrbek et al., 2005).

Relatos de los pescadores más antiguos de la ciudad de Riberalta indican que la llegada de Arapaima a Bolivia fue después del año 1980. Según el pescador Wilfredo Chipunavi, su embarcación (El Pingüino) llevó el primer ejemplar de Arapaima a la ciudad de Riberalta estimativamente el año 1983. El ejemplar, que medía alrededor de 1.5 m y pesaba 22 kg, fue capturado por el Lago Murillo, a la altura de la Barraca Venecia, a unos 100 km de la ciudad de Riberalta. Dos meses después, el mismo pescador capturó un ejemplar de dimensiones similares al primero a la altura de la comunidad San Miguel, sobre el río Madre de Dios, aproximadamente a 70 km de Riberalta. Debido a que Arapaima era una especie desconocida en la región, los pobladores locales no consumían la carne; el sabor les parecía desagradable comparado al de las especies nativas. Los pescadores que lograban accidentalmente su captura desechaban la carne o la guardaban en forma de charque (secada con sal y a la luz del sol).

El poco interés que existía sobre Arapaima a finales de los años 80 y la gran cantidad de ambientes lénticos favorecieron su multiplicación y dispersión. Desde aquellos años, las capturas de este pez en distintos puntos de la Amazonía boliviana occidental fueron cada vez más frecuentes y en la actualidad se encuentra en casi todo el sistema de las

Figura 1. Distribución actual de Arapaima gigas en la Amazonía Boliviana según observaciones directas de campo e información obtenida de pescadores comerciales.

tierras bajas que recorre esta área (Madre de Dios, Orthon, Beni y Yata).

En los ríos Madre de Dios y Orthon, la especie se encuentra en toda su cuenca (ríos, arroyos y lagunas). En el río Beni, la especie ha alcanzado casi toda la cuenca baja (lagunas y tributarios).

La observación más al sur de la cuenca Amazónica Boliviana el año 2008 proviene de la boca de río Negro sobre el río Beni, aproximadamente 200 km río abajo del piedemonte andino (Rurrenabaque). En el río Madera su presencia es incierta por debajo de la confluencia de los ríos Mamoré y Beni (no pudo ser comprobada durante las visitas de campo), pero se sospecha que alcanzó el tramo del río Madera entre la desembocadura del río Abuná y la cachuela de Santo Antonio por la facilidad que tuvo para atravesar las cachuelas en Bolivia (e.g. Cachuela Esperanza en el río Beni y una serie de cachuelas en el tramo binacional del río Madera).

Recientemente se sabe que los pescadores brasileños del estado de Acre capturan la especie en el río Abuná (Apel, com. pers.). En las aguas del río Yata, aparentemente la especie ha alcanzado la parte baja. Cardúmenes de peces pequeños son observados con frecuencia por los pescadores locales.

Hasta el momento no se tiene registros de la especie en las aguas de los ríos Mamoré e Iténez por encima de la cachuela inmediatamente aguas arriba de la boca del río Yata (Cachuela Bananeira). Al parecer, esta especie tiene capacidad de remontar ríos de corriente relativamente fuerte ya que pudo atravesar dos cachuelas medianas que se encuentran entre la boca del río Yata y el origen del río Madera, posiblemente por las zonas menos correntosas. Es probable que la velocidad de las aguas a la altura de Cachuela Yata y otras próximas a la ciudad de Guayaramerín representen una barrera física al movimiento de esta especie hacia aguas arriba. Sin embargo, la planicie de inundación de la Amazonía Boliviana es una de las más extensas de América del Sur (Hamilton et al., 2004; Crespo & Van Damme, 2011). La dispersión hacia los ríos Mamoré e Iténez podría tomar lugar por la planicie de inundación, durante los períodos de aguas altas e inundaciones excepcionales, si es que no logra salvar las cachuelas más fuertes entre la boca del río Yata y Guayaramerín en primera instancia.

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